lunes, 29 de marzo de 2010

Reflexion, semana Santa

Reflexión Semana Santa 2010
Jesús entra por la puerta principal a Jerusalén, a tierra Santa, lo reciben con Gritos de
júbilo, “Aleluya, Gloria a Dios”, no dejan que el burrito que lo lleva toque el suelo, pues han puesto una alfombra de palmas en su camino, pero Jesús conoce los corazones, El sabe que está pasando atrás de la algarabía y de las palmas, conoce que pasara, sabe que en unos días esa misma muchedumbre lo juzgara injustamente, le gritaran ya no con gritos de júbilo, pero si repudiándolo, maltratándole, llenando su rostros de escupidas, empujones que los des balancean hasta hacerlo caer, tratado no solo como al peor de los criminales, sino como a un animal a quien ya nadie quiere, tan lacerado que hasta sus huesos podían contarse, con una corona en su cabeza, no de oro o de metales preciosos como las que debería de llevar siendo verdadero Rey, pero una corona trenzada de espinas que punzan su piel hasta tocar su cráneo, su rostro esta bañado en sangre y en sudor, camina lento pero seguro de cumplir con su misión, recorre este mismo camino en dirección contraria dirigiéndose a su muerte, cargando una cruz, una cruz pesadísima no solo por su peso en sí, sino también porque carga con el peso de todos nuestros pecados que se los ha dejado marcar en su corazón, todo lo hace por amor, amor sin medida, amor sin fronteras.
El conoce mi corazón, mis intenciones, ¿a quién me comparo? A esa muchedumbre que expresa fidelidad, alegría, dulzura, fe y amor, pero que por dentro están corroídos por el pecado esperando el mejor momento para cumplir co
n sus propósitos personales sin importar sobre que o quien atraviesen, ¿me parezco a este tipo de personas, llevando la hipocresía enraizada en mi corazón manifestándola aparentemente con un rostro Angelical?, ¿si estoy en esta circunstancia, A dónde pienso llegar? ¡Seguramente no muy lejos!, y aunque en esta vida atreves de mentiras y traiciones consiga lo que quiero, debo saber que después de esta que es pasajera, hay otra eterna y he de saber a dónde me dirijo, pues quien vive así está comprando el boleto sin escalas al hades, aun fuego inimaginable que no consume, provocando dolor constante para siempre.
Pero en este recorrido de Jesús al calvario, muchos lo siguieron llorando sinceramente, porque maltrataban a muerte a su mesías prometido por los profetas;
Como María Santísima acompañando a su hijo atreves de este camino doloroso, su corazón arde de impotencia de no poder ayudar físicamente a su Hijo, viendo que Carn
e de su Carne es desgarrada, Sangre de su Sangre es derramada en el suelo que pisoteaban quienes lo martirizaban; Juan discípulo fiel, acompañando a su maestro hasta el fin, las mujeres que golpean su pecho y bañan su rostro en lagrimas por ver morir de tal forma a quien les predicaba un mundo de felicidad, Verónica limpia su rostro, ella logra llegar hasta él y aclara su vista por unos instantes, Simón el sirineo le imponen ayudarle, se niega, pero le hace y reconoce a quien ha ayudado, el buen ladrón que no era tan bueno pues llego hasta la cruz, reconoce sus culpas e implora misericordia y la recibe, José de Arimatea tomando su cuerpo para colocarlo en un lugar digno.
Que mi vida no sea como la del centurión o de los sacerdotes que se dieron cuenta muy tarde de a quien habían llevado a la muerte, Y en medio de todo esto debo pre
guntarme:
¿A quién de todos estos personajes se asimila mi vida?
¿Sufro con paciencia esperando la redención?
¿Me reconozco pecador y busco perdón?
¿Cuál es mi propósito verdadero de Seguir a Cristo?
¿Vivo en un mundo de supersticiones y
de creencias vanas que muy sutilmente me apartan del amor de Cristo?

Que el derramamiento de la sangre de Cristo nuestros Señor por nuestros pecados no sea en falso, entreguémonos a Él con decisión firme, con amor, con fortaleza, y lo que obtendremos será una felicidad inimaginable, El Reino de Dios, no perdamos la casa celestial que se nos ha comprado con Sangre, Sangre de Dios.
Maynor Ballesteros
Misioneros de Cristo

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