miércoles, 19 de mayo de 2010

Sacrilegio

Lo Sagrado siempre será sagrado, para muchos no valen nada, el irrespeto es cosa común, con el pasar del tiempo se pierden nuestras buenas costumbres, pocos se saludan y en sus rostros se ve marcado, las tristezas, penas, soledades, engaños, mentiras y cuantas cosas más, esto se transmite, se contagia, y vamos creando un mundo sin sentido, oscuro.
Algunas veces pasamos por caminos en las montañas dirigiéndonos a evangelizar y encontramos a personas con unas grandes cargas en su cabeza y hombros, bañados en sudor, ¡pero esa sonrisa! Rompe barreras, como alguien sin una casa segura, sin casi nada que comer ni vestir puede dar una gran sonrisa y con dificultad por todo lo que carga dice adiós con su mano, y me pregunto ¿porque me quejo?.
Nuestro mundo cambia rápidamente y nos volvemos cada día más fríos.
Cerca del obispado en el que vivimos están las ruinas del templo de la parroquia que fue destruido a causa de la guerra, pero aun se conserva la sacristía, ya que las Misas se celebran al aire libre, y cada día en esa pequeña sacristía después de Misa tenemos una hora de oración en silencio, porque Jesús sacramentado está ahí, pero solo hace unas semanas por la mañana que llegamos encontramos abierto, si, personas sin ningún respeto habían entrado y robado, focos, sillas una planta eléctrica y otras cosas de poco valor, gracias a Dios no tocaron el Sagrario.
Y las personas comentaban especialmente los ancianos, que en sus tiempos, robaban en cualquier lugar pero que la iglesia nunca la tocaban, tristemente es una realidad, pidamos a nuestro Señor Jesús su misericordia por cada uno de los ultrajes, que se cometen a diario y pidámosle que nos de un corazón lleno de amor y paz y que podamos mantener estos dones en tiempos de enfermedad y tristeza, recordando que solo en Cristo podremos ser felice
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